domingo, 20 de junio de 2010

A SABIENDAS

Cuando nos necesitemos
sin saber…
que mañana lloverá o que habrá un sol radiante
que nacerá un niño o será el fin de alguien,
o si es mejor que nos necesitemos,
sin saber...
que mañana te veré o tu me verás
tomando café o agua a la distancia,
queriendo saber si una mirada
no buscada casual y añorada
bastará para informar,
aun sin conocernos
aun sin necesitarnos…

Pero,
cuando nos necesitemos
racionales consecuentes verecundos
habrá quedado a nuestras espaldas
el candor de la inopia sensación de mirar
el cielo sin celeste color

Cuando nos necesitemos
a sabiendas
no habrá más miradas en soledad
ni líquidos distantes,
y el sol se verá cerca
trasluciendo el celeste
que estuvo azul
en su tonalidad mas gris.

lunes, 3 de noviembre de 2008

ADIOS INFANCIA

A ciencia cierta no podría decir si era un snobismo montar bicicleta en aquellos tiempos, pero a diferencia de los que sí lo eran, éste colmaba el espirítu y cualquier tipo de razón, debilitaba la fortaleza física de una manera inigualable y a la vez benévola que volvíamos siempre a practicarlo. A veces en la hermosura del chubasco, otras en la impaciente y tenaz sofocación del gran astro; importaba poco o nada si era de día o de noche.

Eramos corsarios de agua dulce en nuestros propios sueños. Salíamos con inmensa ansiedad de calmar la sed de pedalear un tramo rutilante de nuestro incoado destino; los aros giraban hacia lugares que nuestra propia imaginación trazaba y guardaba para cada uno.

Pedaleábamos quizás para alcanzar algún punto de luz en nuestra supuesta oscuridad y dejar atrás la gracia de la candides, en el bullicioso espacio de duendes y luciérnagas, de risas y silbidos, de riñas y abrazos.

Se vislumbraba una cofradía de mojigatos henchidos por conocer y dar un paso más allá del límite del pudor infantil, buscando respuesta a lúbricos pensamientos y desenfadados razonamientos.
Muchos de nosotros no contábamos con una bicicleta propia, volviéndose el deseo de montar en asfixiante malestar, que culminaba con un par de vueltas que duraban realmente toda una tarde e incluso parte de la noche cuando salíamos de día.

Eramos fantasmas montados en bípedos rumiantes que no respetaban las horas ni las inclemencias del tiempo. Ambulábamos mareados como el reflejo de la luna en el inquietante amazonas, sin alcohol en nuestra sangre con rumbo a la autopista que va al aeropuerto.
Cuatro paraderos antes de la instalación aérea, el desvío a la derecha era un sincronizado musical de hormonas al sarten. Placer, comida y descanso opíparamente disfrutados. Final de la jornada.

Otro ardiente día de enero despertaba nuestros pequeños cuerpos imberbes ante la encontrada vacuidad de la inocencia dejada horas atrás, que nos preguntaba de forma individual cuál sería el itinerario de nuestra colectiva existencia en las próximas horas.

El destino era Nanay. Un punto frecuente en nuestras andanzas, situada al final de la avenida La Marina, alfombra negra que hervía de día y que provocaba acostarse sobre ella por las noches.
Nanay, también tomaba el nombre del río que bordeaba este pequeño poblado. Afluente del misterioso y gran río Amazonas, era la frescura de nuestros cuerpecitos despúes de una agotadora marcha girante.

Madereras, acerraderos, depósitos, entre otros comercios, y el majestuoso e incandecente verdor de plantas y árboles atiborrados muchos de ellos con flores de diversos colores, volvían nuestros inquietos ojos hacia la beldad e inmutable tranquilidad de la selva peruana.

Las fuerzas pérdidas minutos atrás, en una especie de proceso de reciclaje se incorporaban a nosotros. El río, las canoas, era tiempo de pescar.

Las exiguas monedas dejaban nuestros bolsillos para ir a parar a los bolsos de personas que alquilaban sus canoas cada vez que alguien las requería.
Luego nos enrumbábamos por zigzagueantes riachuelos que en su tramo final se abrazaban con el nanay. Eran angostos, aproximadamente de cuatro a cinco metros y poco más de dos metros de profundidad. La mayoría de nosotros dejaba las bicicletas atadas entre sí a un árbol de base gruesa, algunos en cambio preferían reducir espacio en la canoa generando un leve malestar, vólatil y trivial que dejaba de ser tal entre las bromas, comentarios y el jolgorio generalizado.

La exhuberante vegetación, sobre todo del camu-camu que sobresalía al resto de árboles y plantas, proyectaba su sombra en el pigmeo espacio rivereño y en las inestables y muchas veces salvadoras embarcaciones de madera; el sol ligeramente calentaba las ya doradas y efebas corazas de hombrecitos, príncipes navegantes sin reinos ni problemas, desprovistos de preocupaciones ajenas a sus vastas y ciclopeas conquistas, con fuerzas dignas de espirítus traviesos, buscadores de emociones saqueadas en el futuro cercano pero inermes en el recuerdo.
Eramos como el viento; corríamos por el asfalto, acariciábamos las frescas aguas, hacíamos locuras en remolinos de polvo. Más bien, erámos con el viento un solo elemento.

No buscábamos pescar para mitigar o saciar nuestro hambre, pescábamos lo último del bagaje inocente de la infancia antes que sea completamente ocupada por placeres de hombres pilosos y desprendidos del tiempo necesario para volver pasos atrás, pues lamentablemente la naturaleza del hombre tiende por lo general a un estado nuevo de cosas no vividas.
Realmente, tirábamos del cordel anclando los minutos finales en el refugio del mundo que nos albergó muchos años de ópima belleza retratada en los recuerdos escritos y repujados de la agenda imborrable e infinita del corazón.

martes, 8 de julio de 2008

EL DELFIN

Es el delfín que nada a su alrededor

que de vez en cuando

sale a respirar su realidad

sabe que existe un mundo

más allá de sus aguas

un mundo que talvez

nunca podrá habitar.



A veces,

nada formando un gran espiral,

decreciente,

deseando encontrarla al final.



Los mares y océanos no bastan

y para encontrarla

se obliga a sacrificar su libertad

se vuelve un cautivo

que a través del cristal

procura volver a verla

talvez un instante

o simplemente una vida

y no un instante.



No sabe si tendrá oportunidad

solo sabe que seguirá

nadando cerca de ella.

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jueves, 3 de julio de 2008

POEMARIO "40 SEMANAS"

EL DESPERTAR

ANTES NIEGUE SUS LUCES EL SOL,
LO EXTRAIGO DE LA ESTROFA
COMO QUERIENDO DECIR AL CRISOL,
PORFIANDO MANO EN SOGA
E IZANDO MIS COLORES
AL UNÍSONO DEL GALLO,
LA PLEGARIA DE LA GRATITUD.

LOA A LA VIRILIDAD
QUE NO ES NADA SIN LA FUENTE
QUE CREE SER EL FUERTE
Y QUE NO TRANSITA LA MATERNIDAD.

LOA A LA FERTILIDAD
QUE BUSCA DONDE ESPARCIR
EL SEMEN SECUENCIAL DE LA INMORTALIDAD
SIN GRITAR AL PARIR.

ANTES NIEGUE SUS LUCES EL SOL,
LO EXTRAIGO DE LA ESTROFA
COMO QUERIENDO DECIR AL MARMOL
QUE ES DURA COSA
LA COBERTURA DE FRAGILIDAD
DEL SOLLOZO ESTRÉPITO
QUE ME TRAE FELICIDAD.

CAMINO AL ANDAR

ES EL CICLO HABITUAL
DE LA MONOTONA EXISTENCIA
QUE ENFRENTA LA VERAZ ESENCIA
CON LA CONTRADICCION NATURAL,
DEL SER, ESTAR,PENSAR
CON EL CAMINO AL ANDAR
SIN REPARAR EN LA VACUIDAD DEL CAMINAR


QUE DIRE AL BIFURCADO CAMINO
QUE ME ABRAZA A SU VARIANTE CAUCE
COMO EN LOS ALPES EL PINO
COMO EN LOS ANDES EL SAUCE.

QUE DIRE A LA MUJER AMADA
QUE ME ABRAZA A SU TIBIO VIENTRE
COMO QUERIENDO SER ATADA
COMO QUERIENDO SER MIA SIEMPRE.

NO SOLO DEJARE DE SER, ESTAR, PENSAR
TREMULO EN MI EBRIEDAD,
TAMBIEN DEJARE MI CAMINO AL ANDAR
UBICANDO MIS SENTIMIENTOS DENTRO DE LA ETERNIDAD
LLENANDO MI ESPACIO SEPULCRAL
CON LA VERDADERA FORMA DE AMAR
AMPLIANDO EN UNA MEZCLA MI NATURALEZA REAL.

CARICIAS INTREPIDAS

SON REPIQUES DE CAMPANA
QUE ESTREMECEN LA HOLGANZA
SON CARICIAS INTRÉPIDAS
DE UN ANGELITO SIN ALAS
ANUNCIANDO SU PRESENCIA
DESDE EL PALACETE DE LOS SUEÑOS
AL ESPACIO NÍVEO DEL HOGAR.

PREPARARÉ ENTRE FLORES
TU ABRIGO IMAGINARIO
Y ENTRE SUGESTIVOS OLORES
OLVIDARÁS TU CAMPANARIO.

ESCUCHARÁS SONIDOS CARENTES DE SIGNIFICADO
Y ENTRE LUCES COLOR SEPIA
RECORDARÁS EN UN FUTURO CERCANO
QUE ESTUVE ANTES DEL DÍA ANUNCIADO.

NO INSISTAS EN LLAMAR
EL MOMENTO DE JUGAR LLEGARÁ
NO PORFÍES EN CORONAR
LA ESPERA QUE DESESPERA,
CONTINÚA CON TUS ANIMOSAS CARICIAS
MIENTRAS DURA TU CELESTIAL CÁIDA
AL MUNDO QUE TIENE BRAZOS PARA TI.

TRAZOS

ESTOY COMO TE IMAGINO
CON UN PINCEL EN LA MANO
MANDIL Y SOMBRERO PARISINO
HACIENDO TRAZOS CON TU HERMANO
PREPARANDO EL HUESO LIENZO
PARA TU PALETA MULTICOLOR
CARGADA DE TIERNAS ESPERANZAS.

TRAERAS COLOR A NUESTRA VIDA
LLENANDO SU INEFABLE AUSENCIA,
PINTANDO UN SOL RADIANTE
RODEADO DE ESTRELLAS MATUTINAS,
Y LA PREOCUPACION ATADA A LA ANSIEDAD
DARA PASO A LA FELICIDAD TRIUNFANTE,
Y VOLVEREMOS A TRAZAR SUEÑOS
Y VOLVEREMOS A VER EN NUESTRO CUADRO
NUEVAMENTE SUS ANTIGUOS COLORES,
MEZCLADOS AHORA POR LA INOCENCIA SANADORA,
BENDITO REGALO QUE LLEGA
CUANDO RETORNAR NO ES MAS QUE VOLVER A EMPEZAR
LO QUE UN DIA FUIMOS,
LO QUE UN DIA HICIMOS,
CUANDO LA PLENITUD NO TENIA ESPACIO
PARA TU AUSENCIA REFLEJADA
EN UNA TRISTE MELODIA DEL CAMPO.

ESTAMOS COMO DEBEMOS ESTAR,
ROMPIENDO LOS CARBONCILLOS
Y MEZCLANDO LOS COLORES,
ESTAMOS COMO DEBEMOS ESTAR,
LAVANDO LOS PINCELES
CON LÁGRIMAS QUE CAEN DEL CIELO,
ESTAMOS COMO DEBEMOS ESTAR,
CON LA VENTANA ABIERTA
DEJANDO QUE LA LUZ INGRESE
Y CUBRA LA OSCURIDAD
QUE TODAVÍA SENTIMOS EN CASA.









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martes, 1 de julio de 2008

ESPERANDO EL ECLIPSE TOTAL

ESPERANDO EL ECLIPSE TOTAL

El eclipse tiene sentido en estos momentos que pienso en ella;
la ventana entreabierta esconde el halito libertador de un sueño,
mientras la cortina filtra una tenue luminosidad,
un brillo nocturno que yace ahora en mí
ahora me pertenece, es subcutáneo, es sanguíneo, es viral,
a lo que no busco panacea alguna,
pues si me termina,
al azar dejaré mi padecer
y quizás muera con él,
o quizás viva junto a un recuerdo perpetuo.

Llegó el momento que sentía venir
el halo dejó de estar alrededor de mi testa,
misteriosamente me cubrió el cuerpo,
ilapso quedé cautivo en una melodiosa parálisis,
trémulo acaricié mis pensamientos,
entró como una fresca brisa nocturna,
alcanzó mi piel, la rasgó por dentro
produciéndome hesitación y ansiedad,
mi respuesta corporal se amplió,
hizo que cerrara mis ojos,
logró desnudar mi alma gradualmente
y sentí que me llevaba como una pluma al viento,
sin rumbo pero con libertad,
sin preocupación ni lamento oculto,
me llevó simplemente hasta el umbral de su mirada.

La luna, lunares tiene…
su rostro belleza tiene,
y cada cierto tiempo anhela que su amado sol
la atiborre y le recuerde lo admirable que es,
y lo cubra en una cadente melodía
que parece fugaz a la diminuta vista,
dejando al mundo atónito en la beldad
que los cegó por minutos contados en centenas,
y que por aparentar grandeza el Sol
se crea cobertor de tanta hermosura,
dejando de lado lo auténtico,
que es la Luna la que oculta al Sol
porque el eclipse es total
y permanecerá ardiendo
hasta que el Sol vuelva a brillar
en el cenit de sus palpitaciones.

Abrí los ojos y miré el reloj de pared
6 horas con 39 minutos aproximadamente pasaron
la luna había aspirado el hálito caliente
y no oculté las lágrimas en mi soledad,
me levanté y caminé lentamente hacia la ventana
y no quise cerrarla y no lo hice,
pues en mi lunático meditar creí
que al día siguiente vendría otra vez
que el eclipse sería todos los días
y que no fue un acontecimiento onírico
sino algo materialmente placentero
opresor de estímulo alguno
y que me postraría en un vacuo sueño
que espera ser llenado.

Ahora entiendo algo,
que todo tiene su tiempo
y que la paciencia puede traer alguna recompensa merecida,
yo esperaré otra vez
si lo haré,
y mientras tanto viviré soñando despierto
entre horarios, expedientes y almuerzos,
en medio de la esperanza de encontrar una
situación amical diferente a las demás,
y que si el eclipse total sucede cada cierto tiempo,
es porque el sol paciente espera
que su Luna vuelva otra vez a cubrirlo
durante 6 horas con 39 minutos aproximadamente,
sino es más…








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